Desde hace algún tiempo están disponibles en el mercado las unidades de estado solido, también conocidos como SSD y que poco a poco se están convirtiendo en una alternativa bastante seria para remplazar los discos duros de toda la vida. Las razones por las cuales todavía no se había comenzado a producir este cambio son principalmente a dos razones: la poca capacidad de almacenamiento que tenían y que había que pagar un alto precio por ellos.

Todavía en la actualidad nos podemos encontrar con ambos impedimentos, pero ya se ha llegado a una franja en la que podemos considerar seriamente dar el salto a las unidades de estado solido.

Son muchas las razones por las cuales podemos pensar en hacer el cambio a los SSD, pero principalmente destacaría las siguientes:

No contienen partes mecánicas, son completamente electrónicos. Eliminando las partes mecánicas podemos considerar que son bastante más fiables que los discos duros tradicionales. Son más rápidos que los discos duros de toda la vida, con una mayor velocidad de lectura y de escritura, también tienen una menor latencia a la hora de acceder a los datos Tienen un menor consumo de energía Son más silenciosos

Recientemente he hecho el cambio a discos SSD en varios equipos, algunos de escritorio y también portátiles, entre ellos con el que suelo trabajar día a día. Que el consumo de energía sea menor es algo bastante bueno cuando estamos hablando de un ordenador portátil, y por supuesto, la gran ventaja de todo ello es la gran velocidad que adquiere el sistema cuando le montamos una de estas unidades.

Cosas a tener en cuenta para cambiar nuestro HDD por SSD

Las consideraciones que tenemos que tener en cuenta a la hora de hacer este cambio son pocas, de hecho se trata de las mismas que podríamos hacer si adquirimos otro disco duro tradicional. Esto se debe a otra de las buenas características que tienen estas unidades, hacen uso de la misma interfaz que los discos duros y por lo tanto no es necesario hacer cambios en el hardware de nuestro equipo --más allá del propio SSD-- añadiendo adaptadores y en la mayoría de casos tampoco será necesario modificar el software de nuestro equipo.

Cualquier equipo que sea compatible con SATA2 podrá montar una unidad SSD y si además es compatible con SATA3 disfrutará de una mayor velocidad de acceso y de transmisión de datos. Y estas dos son cuestiones que son exactamente las mismas que podemos hacer cuando instalamos un disco duro tradicional.

Ahora bien, hay una cosa importante que tenemos que tener en cuenta: su capacidad de almacenamiento. Los SSD todavía son más caros que los discos duros, pero si pasas muchas horas delante del ordenador y el rendimiento es algo importante para ti, la migración es más que interesante y una vez hecho el cambio no te importará haberte gastado algo más de dinero por una unidad de este tipo. ¿Qué hay de la capacidad de almacenamiento? En mi caso, tenía un disco duro de 640GB en mi portátil y pasar toda la información a un SSD resultaba caro, por lo que opte por comprar una unidad de estado solido de 120GB y una caja para mi disco duro, y así podía acceder a los archivos mediante USB.

Los 120 GB han resultado ser suficientes para instalar el sistema operativo (Windows 7) con una gran cantidad de aplicaciones instaladas. Tan sólo hay que ser cuidadoso y según se van descargando cosas ir pasándolas al disco duro externo para evitar quedarnos sin espacio en nuestro SSD. Por lo tanto se podría decir que tan sólo se trata de organizarnos un poco como vamos a gestionar todos nuestros archivos entre la unidad interna y las externas.

Instalando el nuevo SSD

Si has decidido dar el paso ahora viene otra cuestión: qué es necesario para poder hacer el cambio. Cabe destacar que es un cambio que no puede hacer cualquiera, hay que tener unos conocimientos básicos que no son demasiado complejos. Instalar una unidad SSD no difiere mucho de disco duro tradicional.

Como los discos duros, los SSD están disponibles en dos tamaños, de 2,5 y 3,5 pulgadas. La mayoría son de los primeros, que son los que tienen un tamaño para ordenadores portátiles pero si hemos comprado uno de estos y los quieres instalar en un equipo de escritorio no te preocupes, ya que en muchos casos con la compra de la unidad también viene un adaptador para poder montar correctamente la unidad de dos y medio en una bahía de tres y medio.

También en la mayoría de casos no serán necesarios drivers adicionales para que nuestro equipo detecte correctamente el nuevo SSD. Lo que si tenemos que hacer es crear una nueva partición y marcarla como activa, ya que de lo contrario tendremos problemas para arrancar el sistema operativo., pero esto es algo que podemos hacer en la propia instalación de este. La instalación del sistema operativo tampoco tiene mucho misterio, es exactamente igual, pero ya entonces comenzarás a notar diferencias, principalmente de velocidad, con la instalación completándose mucho más rápido.

Disfruta de tu SSD

Una vez hayas instalado el sistema operativo y todos los programas que sueles usar veras como tu equipo, ya sea nuevo o viejo, tendrá una velocidad que no había conocido hasta ese momento. Claramente los SSD pueden dar una segunda vida a un equipo que podrías estar pensando en cambiar por uno más nuevo, simplemente todo va más rápido.

Y no sólo todo va más rápido, se acabaron las largas esperas para iniciar arrancar el equipo o para apagarlo. Programas pesados que antes podían tardar muchos segundos (o incluso algún minuto) en iniciarse ahora lo harán mucho más rápido y es que claramente como viene escrito en las pegatinas de una de las marcas que comercializa estas unidades, SSD is faster than your HDD.

Evidentemente todavía queda un largo camino a los SSD para ser un medio de almacenamiento masivo para todo el mundo, pero para en muchos casos ya puede ser una muy buena opción por la que nos podemos inclinar sin ningún tipo de temor a que algo salta mal.

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