"¿Trabajas desde casa?¿Qué bien, no?" El último 'no' llega acompañado de una estampa que casi podemos ver de un tipo feliz en pijama con el café humeante en las manos y música suave de fondo mientras el resto de los mortales pierde los nervios en los atascos. Sobre el teletrabajo hay millones de líneas escritas y múltiples teorías que te aconsejan sobre errores y virtudes a evitar o fomentar. Bien, este no va a ser un artículo de ese tipo, sino de la propia experiencia personal de alguien que lleva ya unos años trabajando de esta manera. ¿Por qué no hacer un decálogo al uso con trucos y recomendaciones? Porque al final, cada uno se enfrenta de una manera diferente a una situación que asume de una forma muy personal. En mi caso, la decisión de dejar el calor de la nómina y aventurarme en el "búscate la vida" fue tomada en 2007, y puedo asegurar que nunca, ni en el momento más difícil, he mirado con nostalgia, pena o arrepentimiento aquella fecha.

¿Cómo es para mí trabajar desde casa? Bien, como en todas las situaciones, hay cosas muy buenas y cosas muy malas, pero lo importante es que en el cómputo final ganan las primeras. Y por goleada. Digamos que el gran tesoro del teletrabajo es ser dueño del tiempo. Olvida la imagen idílica de pasear a demanda al frigorífico o estar todo el día en pijama, no es real. Olvida también la idea de quedarse en la cama hasta que te aburras: eres dueño de tu tiempo, pero no tanto. De hecho, desde mi perspectiva, trabajar desde casa supone aprender a organizar a tu manera las escasas horas disponibles para el trabajo de forma que el rendimiento sea óptimo. Y no se trata de llenar 9 horas al día, sino más bien evitar que no sean 16 y conseguir a toda costa no dejar nada para el fin de semana. Sí, amigos, trabajar desde casa tiene ese gran inconveniente: al final se trata más de autocontrolarse para poder disfrutar de una vida propia alejada de la rutina del trabajo. Pero teniendo en cuenta lo siguiente:

  • El principal enemigo en el teletrabajo es uno mismo. Ten en cuenta que no hay un jefe que te controle, y aunque al principio la idea suena genial, terminas por descubrir un jefe mucho más exigente y que te persigue a todas horas, noches incluidas: tú mismo. Por ello es muy importante estar en paz con uno mismo, conocer los límites de cada uno y saber parar cuando sea necesario y estirar cuando se pueda.

  • Hay que aprender a estar solo. En pocas guías sobre trabajar desde casa se destaca esto con suficiente importancia. Estar solo está genial para sacar el trabajo adelante, pero al final somos seres sociales y necesitamos el contacto humano. Yo al final he encontrado una solución de compromiso con los cafés. Tengo mi par de lugares con mis mesas preferidas y un buen wifi en los que el bullicio me acelera el ritmo y consigo sacar más trabajo que en la soledad de casa. Aunque en esto, también es importante encontrar el equilibrio.

  • ¿Sobremesa? No, mejor un portátil. Llevo ya suficientes años en esto como para poder hablar desde la experiencia en lo que toca a las herramientas de trabajo: olvídate del sobremesa salvo que tu trabajo te exija una gran pantalla. Lo mejor es un portátil porque en esto del teletrabajo nunca sabes ni a qué hora terminas ni dónde. Mi configuración ideal es portátil, tablet con tarjeta 4G y smartphone. Con esto es suficiente para rendir en cualquier momento.

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  • Flexibilidad y oportunismo. Los que trabajan por su cuenta saben perfectamente a qué me refiero: olvida las horas y los planes previos. Al final te conviertes en un animal oportunista que decide en el último momento cambiar los planes e irse de viaje o bien bajar la tapa del ordenador y pasear al perro. Por esta misma regla de tres, hay que estar preparado para aprovechar las esperas para sacar trabajo: ni os imagináis la de proyectos que han arrancado o concluido en salas de espera, aeropuertos o estaciones de tren. Con el teletrabajo empezarás a comprender el verdadero valor del tiempo.

  • 100% conectado. Olvida las teorías que hablan de la desconexión para encontrar fuentes de inspiración. Cuando eres tu propio jefe sabes que tener acceso a internet es casi más importante que comer. El WiFi es un bien que cotiza por las nubes fuera de casa, pero no puedes jugártela a encontrar una red disponible: yo llevo siempre en el iPad una SIM con la que hago tethering en situaciones de necesidad. Un salvavidas que hay que tener siempre disponible.

  • El fin de semana. Desde que comencé a trabajar de esta manera, mi principal objetivo a lo largo de toda la semana es dejar todo bien atado para poder cerrar el ordenador el viernes y no abrirlo hasta el lunes. Esto, que parece tan evidente cuando trabajas en una oficina, es un auténtico desafío que no es fácil superar, pero hay que esforzarse: si el día no tiene horas, el fin de semana es para descansar y poner los marcadores a cero. Ten en cuenta que vives bajo el mismo techo del lugar de trabajo, y la tentación de avanzar "mandando un par de correos" es muy grande.

Yo creo que hay que desmitificar el teletrabajo en lo bueno y lo malo: lo malo no es tan malo, ni lo bueno tan bueno. Eso sí, si consigues encontrar un buen equilibrio con todo lo expuesto te aseguro que serás incapaz de volver a la rutina de las horas y el jefe paseando alrededor de tu mesa. Y recuerda el primer punto: el peor jefe es uno mismo...

En Think Big: Entendiendo el teletrabajo: objetivos, no horas.

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