Hace algunas semanas surgían en la red, con bastante repercusión, algunos artículos que hablaban de las ventajas de las descargas y formatos físicos tradicionales sobre la *música en streaming**. Como todo, comparando ambas modalidades tenemos ventajas y desventajas, y como se suele decir, para gustos los colores. El streaming y las nuevas formas de ofrecer contenidos no dejarán sin embargo de ser tema de conversación, y siempre serán sujetos a comparaciones con lo que ha venido siendo hasta ahora el disfrute, offline*, de los mismos.

Como amante de la música y también de Internet, he querido dar mi punto de vista y también añadir algunas razones en favor de servicios como Spotify, al que considero referente en el mundo de la música en streaming, aunque afortunadamente hoy los servicios son muchos.

Variedad

La mayoría de servicios de streaming, sobre todo los más populares, ofrecen una variedad de música realmente impresionante. Millones de pistas de todos los géneros que están accesibles con un solo clic. Se trata de librerías tan grandes que pueden cubrir los gustos musicales de cualquiera, y la forma de disfrutarlas es tan novedosa que siempre se nos da la posibilidad de descubrir nueva música en base a nuestros gustos.

Puedo pasar horas y horas descubriendo bandas en base a los clásicos servicios de descubrimiento de música, los cuales a veces conectan diversas aplicaciones y complementan nuestra experiencia. Y es que si en Spotify podremos escuchar a todos o casi todos nuestros artistas favoritos, uno de sus mayores alicientes es que descubriremos muchos más.

Calidad

El boom de Internet consiguió que a día de hoy dispongamos de conexiones realmente rápidas que seguramente cubran todas nuestras necesidades de ancho de banda. La popularización del consumo de contenidos de Internet hizo que todo el mundo se volcara al mundo de las descargas digitales, y unos años más tarde esos contenidos de Internet que consumíamos pararon a ser contenidos en Internet. ¿Descargar y borrar? ¿Por qué no consumir directamente a través de la nube? Las conexiones hacen posible que el contenido que consumamos sea de alta calidad, con el ejemplo en el mundo del streaming musical de Spotify, un servicio que ofrece una reproducción de 320kbps.

320 es la tasa de muestreo más alta en archivos MP3, una calidad con la fidelidad suficiente para que el oído humano aprecie todos los elementos de la música que escuchamos. Además estamos accediendo a *una librería que ha sido cuidadosamente digitalizada**, asegurándonos una reproducción sin molestos errores de codificación, pops y clicks que además ahora se complementa con el famoso gapless playback*, reproducción sin cortes que hace que disfrutemos de las pistas de un álbum sin que nos demos cuenta del salto entre ellas.

Legalidad

Como amante de la música, uno de los mayores problemas y en ocasiones dilemas es el precio de la misma. Soy una persona que tiene unos gustos tan amplios que disfruto con muchos grupos y soy incapaz de decantarme por unos cuantos. Me encanta escuchar los últimos lanzamientos de los grupos que sigo, y por razones monetarias me sería imposible comprar, por ejemplo, 100 discos compactos al mes.

Al igual que yo, muchos otros tienen este mismo problema, y en la mayoría de los casos se opta por descargar dichos discos debido a que no nos sobra el dinero. El delito, dependiendo del país donde nos encontremos, no sólo hace que los artistas no perciban nada por su trabajo, sino que en ocasiones está llenando los bolsillos equivocados, premiando a personas que se lucran con el trabajo de otros.

Contratando un servicio como Spotify tenemos la posibilidad de escuchar esos 100 discos al mes y muchos más, y además, en caso de que sea necesario, también tenemos la posibilidad de descargarlos para disfrutarlos de manera offline. El sello discográfico que editó el disco recibe su recompensa por cada reproducción, al igual que el grupo, que tiene la opción de ahorrarse el intermediario si decidió colgar el disco por sí mismo. Se trata de un modelo de negocio que funciona, y lo hace de tal manera que personas como yo hemos dejado de descargar esos 100 discos y ahora los disfrutamos de manera totalmente legal.

Organización

Curiosamente, este punto era criticado por alguno de los artículos que mencionaba al principio, alegando que no podemos cambiar los nombres de álbumes o pistas. ¿Es esto un problema, o todo lo contrario? ¿Para qué necesitamos cambiar nombres si en servicios como Spotify la música está perfectamente etiquetada?

Volviendo a enfrentar (que no hay por qué, como veremos en un par de puntos) al streaming contra las colecciones digitales, soy consciente de lo duro que puede llegar a ser mantener una colección, por ejemplo, de MP3. Cuento con una buena colección, y soy de esos que en cuanto compra compraba un disco tradicional lo volcaba a FLAC y a MP3, por supuesto en la máxima calidad, y más tarde etiquetaba todo correctamente, asegurándome de que todos los datos eran correctos. Se trata de un proceso que lleva tiempo, y al que hay que añadir el almacenarlo más tarde en nuestro disco duro, en la carpeta o subcarpeta adecuada dependiendo del género o de la clasificación que queramos darle.

Spotify nos da todo esto ya hecho. Máxima calidad e impecable organización. Está bien, en alguna ocasión podemos encontrar algún disco en el que se ha cometido algún fallo de etiquetado. ¿Acaso no pasa esto en nuestras colecciones offline? Afortunadamente, con la popularización del servicio, los usuarios son tantos que seguramente alguien lo reporte antes que nosotros, y si no lo han hecho, siempre podemos hacerlo y contribuir a esa gran librería musical que es Spotify.

Espacio

Espacio físico y digital. Spotify supone olvidarnos de tener que almacenar la música. No es necesario porque está en la nube, y para disfrutar de ella tan sólo hace falta una conexión que a día de hoy está disponible para prácticamente cualquier persona que disponga de una. Se trata del mismo problema que hemos visto cuando hablaba de legalidad. Puede que yo no me pueda permitir 100 discos compactos al mes, y también puede que mi librería musical sea tan amplia que de problemas al respecto.

Actualmente cuento con varios discos duros externos, es decir, varios TB, de música en formato digital, ya sea FLAC o MP3. Si somos amantes de la música querremos que esta esté en máxima calidad, lo que hace que los archivos pesen más. Por supuesto, almacenar música en MP3 es mucho más asequible que almacenarla en formato CD, algo que además de ocupar espacio digital también acabará por llenar nuestras estanterías.

El streaming soluciona ambos problemas, dándonos la posibilidad de acceder a inmensas librerías que se encuentran en otro lugar, pero que podemos poner y disfrutar como si estuvieran en nuestra casa.

Una opción más

¿Por qué criticar los servicios de streaming musical, cerrándonos a ellos? Afortunadamente, el streaming es un servicio que actualmente coexiste con el resto de posibilidades que tenemos para disfrutar de la música. Vinilos, discos compactos, archivos MP3 o música en la nube son todas válidas aún combinadas, y me pongo como ejemplo afirmando que disfruto de todos ellos. Actualmente el streaming ocupa la mayor parte de las reproducciones que hago (soy una persona que escucha música muchas horas al día, se podría decir que el día entero), y sinceramente creo que la tendencia es que vaya sustituyendo al resto de opciones, aunque tampoco creo que vaya a hacerlo definitivamente.

El vinilo, por ejemplo, pese a ser un “formato muerto” y reemplazado por el CD, está viviendo una segunda juventud, con muchas bandas que deciden lanzar sus trabajos en formato clásico, algo que a los melómanos les encanta. Al igual que pasó con el CD o BluRay, la tendencia es que poco a poco dichos formatos físicos vayan siendo sustituidos por contenidos puramente digitales que no necesitan de soporte, sino de software. Y el streaming es una parte integral de la música (y del vídeo, ojo) del siglo XXI.

¿Tu grupo favorito no está en Spotify? Seguramente algún día lo esté, pero mientras tanto, ¿por qué renunciar a todo lo que nos ofrece, si no se nos está pidiendo que dejemos de disfrutar de lo que ya tenemos? La guinda la pone además que nuestra colección de MP3 puede ser añadida a servicios como Spotify para que disfrutemos de toda nuestra música bajo un mismo reproductor, ya sea desde la nube o desde nuestro disco duro portátil.

Imagen: Best-Wallpaper

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