Día de Senado y día de poner las cartas sobre la mesa. Tras los acontecimientos que vivimos el fin de semana y las noticias que nos van llegando durante la mañana, todo indica que tanto el PP como el PSOE acercan posturas para introducir por fin en la legislación el mayor absurdo que hemos vivido por estas tierras desde que Internet es algo más que un nombre en España, la Ley Sinde.

Independientemente de lo que podamos expresar, criticar, pedir o incluso suplicar desde las plataformas que nos brinda la red, la Ley Sinde ya no está en nuestras manos, sino en manos de quienes buscan mediante ella ayudar a un sector, llamémosle Industria, para seguir anclados en un modelo que ya no sirve. No sólo eso, la implantación de la Ley Sinde significaría hoy por hoy, decirle a nuestro estado de derecho que no hay más derecho que el que esta disposición dictará en la red, que los jueces pasarán a ser espectadores de lujo, que la censura se disfrazará de la arbitrariedad que dictarán unos pocos (no sabemos bajo que cualificación) y que la neutralidad en la red y el avance de los nuevas fórmulas en materia de nuevos formatos (llamémosle Netflix o similares) verían un freno difícil de saltar en nuestras fronteras.

Como digo, la imposición significa más que una regulación de derechos de los "creadores" (difícil discernir entre quién es creador y quién no o su valor conceptual sobre el resto de los ciudadanos), un atropello que dispara al desarrollo del país para anclarnos en el pasado, volver a una dictadura y desacreditar a la evolución. Sin debate y sin autoridad, los usuarios podremos patalear y cabrearnos con razón, pero sin ningún otro derecho. Lo peor es que parece que según avanzan las horas da igual si llega como era originariamente o si se "parchea" en parte o si acaso se recoge un poco de aquí, otro de allá… el caso es que salga y que todo vuelva "a la normalidad", su normalidad.

Netflix en España, cada vez más difícil

La Ley Sinde servirá para que perdure el modelo actual, un modelo en el que unos pocos podrán seguir manteniendo un estatus económico similar a cuando Madonna sacó el 'Like a Virgin', es decir, un modelo en el que Internet por estos lares aún no existía. La SGAE, el Canon y ahora la Ley Sinde son los parches con los que la Industria pretende continuar vendiéndonos un producto inflado, retribuir al llamado creador con unas cifras prehistóricas y que el ciudadano siga pagando por una misma obra una, dos, tres o hasta cuatro veces, dependiendo de las veces que "legalmente" quiera disfrutar de ella en sus diferentes "formatos".

Una táctica que nos retrasa y, entre otras cosas, no permite la llegada de nuevos modelos, con beneficios para todos (aunque menos para algunos) y de calidad. Contrariamente a lo que se pueda pensar, que Netflix siga dándole vueltas a la cabeza sobre su implantación en nuestro país no tiene que ver tanto con los índices de descarga como con los abusivos precios que hay que pagar por los derechos de autor.

Una vez más, en España nos encontramos con un modelo de pago por derechos que ya quisieran los "autores" de muchos países de la Unión Europea. Tal y como muestran los datos que ofrece la Asociación de Internautas, los primeros sondeos realizados por Netflix para su llegada a nuestro país, en España los derechos de autor son hasta 2 y 3 veces superior al de Francia o Alemania.

Sumémosle la Ley Sinde a los pagos por derechos de autor y ya tenemos un país vetado a nuevos productos, tenemos un modelo con cerrojo incapaz de cambiar y avanzar con la sociedad y pensado para censurar y dirigir la economía que pueda llegar de la "cultura" a las vías "tradicionales". Que el PP y PSOE se pongan de acuerdo para introducirnos una Ley bajo el auspicio de Estados Unidos dice mucho de quienes nos gobiernan. Al menos, demostrémosles que nosotros no queremos pasar por ahí. Como se apunta en muchas webs, el ciudadano en Internet y su inmensa mayoría podrá demostrar su descontento en las urnas. La pérdida de votos de quienes subrayan y aspiran a que todos nosotros hagamos sí o sí lo que ellos quieren, podría tener su primera consecuencia en las elecciones. Al menos ahí, por ahora, podemos seguir siendo una democracia y no una dictadura. Al menos ahí si podremos ser parte de la elección.

Imagen: D-Bnews

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