Meg Whitman

Menuda sorpresa me he llevado luego de leer de principio a fin, con mucho placer, un artículo escrito por Max Klein sobre su curiosa entrevista con un granjero -y programador- de origen chino.

Klein es un hombre que dejó Europa para encontrar mejor suerte en China. Una noche en el "café internet" de una provincia de aquel país (sin Twitter ni Facebook, por cierto), tuvo la oportunidad de conocer a un joven de mediana edad, avispado, y con una buena historia qué contar.

Ese joven resultó ser granjero, pero también programador. Es más, se ha hecho rico por vender mucho software. Dijo obtener más de 5.000 dóls. al mes en ganancias. Él aprendió a programar con la ayuda de un amigo, y comenzó su negocio al hacer una simple observación:

Si miraba la lista de proyectos de software disponibles para conseguir empleo, tendría ideas sobre qué clase de software desarrollar.

Así que en vez de desarrollar software para clientes, creó sus propios productos, lo cuales colocó en internet. De hecho, luego de copiar una idea de un sitio para "renta de programadores" (_Rent a coder_, comenzó a tener 2 ventas al día por un total de 20 dóls.: el doble de su sueldo como granjero. Él trabajó en nuevo software surgido de la copia de más ideas; pronto pudo ofrecer 10 productos diferentes.

El software _open source_ le fue de mucha ayuda:

El cambió su apariencia y lo vendió en línea. Dice que tuvo que hacer algunos reembolsos, pero la mayoría de la gente compró sin quejarse. Dice que intentó vender Firefox por un tiempo, pero las ventas fueron muy bajas debido a la libre competencia.

Con 4 años en el negocio del software, hoy en día él es uno de los más importantes proveedores del mercado de software para codificación de vídeo (en China, quiero entender). A pesar de estos beneficios, el joven sigue siendo un granjero simplemente porque lo disfruta.

En el fondo, ya sea que creamos en la veracidad de la historia como si no, ésta nos habla de la situación del software en China. Un país donde las reglas en relación con el uso y abuso del software son distintas. El software no es el único afectado, por supuesto. Qué decir del hardware. El relato del joven programador chino, me recordó la vida y obra de Akio Morita, el hombre que co-fundó Sony gracias a sus habilidades para copiar (i.e., hackear) circuitos electrónicos de tecnologías extranjeras.

Situaciones como la que narra Klein, en nuestro contexto más occidental digamos, carecen de sentido común, aunque ganan cierta gracia e inocencia que les convierte en una excelente anécdota.

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